miércoles, 11 de noviembre de 2009

Los poetas malditos - aprender Francés leyendo


Hay algunos poetas que movilizaron a la sociedad francesa en su momento, que se segregaron de la sociedad, huyeron de los honores, de los puestos oficiales y adquirieron aspectos de marginados sociales, conocieron la miseria, las enfermedades y el abandono.

Reaccionaron contra los poetas románticos, estos eran la voz de la sociedad, sentían y pensaban en nombre de la comunidad.

A partir de Baudelaire no se tratará del poeta sufriendo por todos, sino que será el propio sufrimiento encarnado en la poesía. Con ellos comienzan a surgir un puñado de poetas que comenzaban a reunirse en los cafés junto a artistas de la bohemia.

Estos genios generaron elaboradas reflexiones sobre el fenómeno poético, influenciados enormemente por Edgar Allan Poe.

El dogmatismo del siglo XVIII y que se prolonga hasta el siglo XIX, se ve sustituido por una juventud escéptica, agnóstica , que ha perdido la fe en los programas y serán reveladores de los males del siglo.


El calificativo de "Poeta maldito" lo hizo rápidamente famoso Verlaine y pasó a ser utilizado para referirse a otros escritores que no necesariamente eran amigos de el. También se usa el término malditismo. Por lo general, el calificativo se refiere a un talentoso poeta que entiende de su juventud, rechaza los valores de la sociedad, encabeza provocaciones peligrosas, es antisocial o libre; por lo general muere antes de que su genio sea reconocido por su valor razonable


Algunos de los principales exponentes de este movimientos son:

Charles Baudelaire (1821 - 1867)
Paul Marie Verlaine (1844-1896)
Arthur Rimbaud (1854- 1891)
Stéphane Mallarmé (1842- 1898)
Tristan Corbière (1845 - 1875)
Marceline Desbordes-Valmore (1786 - 1859)

Ahora los dejamos con un poema de Charles Baudelaire de su libro Las Flores del Mal , pero pronto contaremos un poco más de cada uno de estos poetas.



ALEGORÍA

Es hermosa mujer, de buena figura,
que arrastra en el vino su cabellera.
Las garras del amor, los venenos del garito,
todo resbala y se embota en su piel de granito.
Se ríe de la Muerte y desprecia la Lujuria,
y ambas, que todo inmolan a su ferocidad,
han respetado siempre en su juego salvaje,
de ese cuerpo firme y derecho la ruda majestad.

Anda como una diosa y reposa como una sultana;
tiene por el placer una fe mahometana,
y en sus brazos abiertos que llenan sus senos
atrae con la mirada a toda la raza humana.
Ella cree, ella sabe, ¡doncella infecunda!,
necesaria no obstante a la marcha del mundo,
que la belleza del cuerpo es sublime don,
que de toda infamia asegura el perdón.

Ignora el infierno igual que el purgatorio,
y cuando llegue la hora de entrar en la noche negra,
mirará de la Muerte el rostro,
como un recién nacido, sin odio ni remordimiento.

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